lunes, 21 de febrero de 2011

también el propio cielo necesita de techo (¿quién está dispuesto a vivir asustado?)

y sin embargo, la fe del poeta provee de cielo al suelo;
el profeta señala la huella posible de los bajos infinitos y los altos,
y el sabio aprende los techos y paredes de la casa vieja que
-a semejanza de lo inalcanzable- será tu templo,
el salvoconducto de tus alas para tornar Vida tu vida.

de modo que podemos elegir entre susto y Susto:
ya templar el abismo poniendo en la huella los ojos,
ya reposar tranquilos sobre el suelo aparente.
A la postre, la vida y la muerte elegimos de gusto.

¿Qué resta saber, entonces, para ganar al amor la sonrisa?
¿para que no sea derrota la certeza, ni valga la duda tiesa
una valentía inútil sólida como la brisa?

¿será entonces que de amores
se develan en las tierras y los cielos
las verdades que ya hartas de sus velos
exhiben a quien ama sus colores?
estudiar para olvidar la ilusión de los infiernos
(mudar en primavera los inviernos)
y despertar de pronto, y ser mejores :-)

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